«Las Tres Visitas». Recorrido espiritual por los Monumentos de El Toboso

«Las Tres Visitas». Recorrido espiritual por los Monumentos de El Toboso

Tres propuestas espirituales de oración desde la tarde noche del Jueves Santo hasta la hora de nona del Viernes Santo de la Semana Santa 2020 de El Toboso en cada uno de los Monumentos de la Iglesia Parroquial y los dos Conventos de Clausura.

EL TOBOSO / 10 ABR ■ InfoParroquia.- Se hacen durante la tarde noche del Jueves Santo hasta el inicio de los Oficios del Viernes Santo. Es un discurrir continuo de almas devotas que quieren estar más cerca de su Señor, presente en la Eucaristía y reservado en el Monumento. Este circuito tan eucarístico como espiritual, tan arcaico como toboseño, se compone de tres lugares: la Iglesia Parroquial, las Clarisas y las Trinitarias. No hay más. Tres paradas para tres veces arrodillarse, a semejanza de las tres caídas de nuestro Señor en su vía crucis, camino hacia su muerte en cruz. Así son nuestras tres visitas, antes de que a este Señor Sacramentado de El Toboso lo vuelvan a crucificar nuestros pecados. Hay que darse prisa en «velar y orar para que podáis hacer frente a la prueba, pues el Espíritu está bien dispuesto, pero la carne aún es débil» (Mt 26,41). Nos ponemos en marcha.

Primera visita: Iglesia Parroquial “San Antonio Abad”

Es el edificio más solemne, el más grande, el más histórico y el más galán desde que fue construido al inicio del siglo XVI. Epicentro de la población. Diana de todas las celebraciones religiosas de la Parroquia. La casa de Dios en El Toboso.

Ahora hay que entrar con la imaginación de la mente y el ardor de nuestro corazón. Han sido tantas las veces que hemos recorrido sus tres naves abovedadas que sólo la creatividad imaginaria de este momento, desde nuestras casas, puede conducirnos hasta la Capilla donde se instala el Monumento, gracias a algunas manos voluntarias que durante estos días previos a la Semana Santa dejaban la Iglesia como la alhaja de la jota toboseña.

En este Monumento estaría la Reserva Eucarística que ha consagrado el párroco en la Misa del Jueves Santo, la del lavatorio. Pero, este año no. La amenaza mundial provocada por el COVID-19, también ha obligado a que nuestro Jesús Eucaristía siga reservado en su Sagrario habitual, el que preside esta Catedral de La Mancha. Lo miramos, aunque sea por medio de esta foto que don Juan Miguel ha hecho para InfoParroquia.

¿Y qué hacemos en este momento? Enamorarnos de Él. «Señor, enséñanos a orar como Juan enseñó a sus discípulos. Jesús les dijo, cuando oréis, decid…» (Lc 11,1-2)

Pues ahora recitamos la Comunión Espiritual que venimos haciendo en la misa diaria y la invocación a la Virgen de los Remedios.

V./ Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

R./ Sea por siempre bendito y alabado.

Rezamos: Padre Nuestro. Ave María. Gloria.

Creo, Jesús mío de la Humildad,

que estás real y presente en el
Santísimo Sacramento del Altar.

Bien sabes que te amo sobre todas las cosas
y deseo vivamente recibirte en mi alma,
con la misma pureza, humildad y devoción
con que os recibió vuestra Santísima Madre
y Madre nuestra de los Remedios,
con el espíritu y fervor de todos los santos.

Ya que ahora no puedo hacerlo
sacramentalmente, ven al menos
espiritualmente a mi corazón.

(Hago una pausa de silencio y contemplo el Sagrario de la Parroquia)

Y ahora, como si ya te hubiese recibido,
te abrazo y me uno todo a Ti.
Quédate conmigo y no permitas,
Santísimo Cristo mío de la Humildad,
que jamás me aparte y me separe de Ti.

Amén.

***

Oh María,

Madre de Dios y Madre nuestra de los Remedios.

Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.

Nosotros nos confiamos a ti, Remedio y Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.

Tú, salvación de todos los pueblos, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros que proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección.

Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios y Madre nuestra de los Remedios.

No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba y líbranos de todo pecado, oh Virgen gloriosa y bendita. Amén

V./ Ruega por nosotros, Santa Virgen y Madre nuestra de los Remedios

R./ Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

***

Segunda visita: “Convento de la Concepción ” – Hermanas Clarisas

Hemos cruzado la plaza casi sin saludar al Quijote y a la Dulcinea, que por la negritud de sus figuras parecen también estar de luto, como lo está el resto de la población durante estos días de coronavirus.

Bajamos por la calle Monjas Franciscanas, que era así como antes se llamaba a las actuales Hermanas Pobres de Santa Clara. Las Dulcineas de Dios, por hallarse su monasterio pared con pared de la casa palaciega de doña Ana Aldonza Lorenzo.

El eslogan de este Convento, famoso por sus pelusas y repostería monacal, es “Paz y Bien”, una frase que ha llegado hasta El Toboso desde los mismísimos labios de San Francisco de Asís, ¿será por esto que este pueblín es, cien por cien, franciscano?

De los tres conventos que tuvo la Patria de Dulcinea, este es el más antiguo, fundado antes de acabarse el siglo XIV. Pero nuestra mente y el corazón semanasantero de ahora nos introduce a una iglesia moderna y sencilla, de finales del siglo XX.

Aquí, por la estrechez del Altar Mayor, se ubicaba el Monumento en un lateral, perpendicular a las monjas para que estas, como desde hace casi quinientos años, puedan seguir adorando en Espíritu y verdad a este Cristo pobre y humilde. Tan enamoradas siguen estando de Él que hasta se atreven a mostrárnoslo por medio de esta fotografía. ¡No se avergüenzan de haber dejado todo por Él y para Él!

¿Y qué hacemos en este momento? Imitar a estas Dulcineas de Dios pues ellas «han conocido y creído en el amor que Dios les tiene» (1Jn 4,16) y han puesto en Él su ideal. Recitamos algunas oraciones que ellas mismas recitan en las horas, días, meses y años de su alegre clausura.

V./ Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

R./ Sea por siempre bendito y alabado.

Rezamos: Padre Nuestro. Ave María. Gloria.

Me pensaste desde siempre,
Señor de la eterna alba,
y me creaste en el tiempo
con amor, a tu hora exacta.

Gracias porque me pensaste;
porque me creaste, gracias.

Me cuidaste como un padre
a su hija muy amada,
y me infundiste tu Espíritu
para fuego de mi llama.

Gracias porque me pensaste;
porque me creaste, gracias.

Gracias por mi tierra umbra
y por mi nombre de Clara,
por mi Padre San Francisco
y por mis tantas hermanas.

Gracias, porque me pensaste;
porque me creaste, gracias.

Por mi vida, por mi muerte,
por mi bienaventuranza,
por ti mismo, por tu gloria
conocida y ensalzada…

¡Gracias porque me pensaste!
¡Porque me creaste, gracias!

***

V./ Les diste a comer pan del cielo

R./ Que contiene en sí todo deleite.

Oremos:

Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios;
Todo bien, sumo bien, bien total.
Tú que eres el solo bueno,
haz que te restituyamos toda alabanza,
toda gloria, toda gracia, todo honor,
toda bendición, y todos los bienes.

Tú eres el santo Señor Dios único, el que haces maravillas.
Tú eres el fuerte, tu eres el grande,
tú eres el altísimo,
tú eres el rey omnipotente;

tú Padre santo,
rey del cielo y de la tierra.
Tú eres el trino y uno,
Señor Dios de los dioses;
tú eres el bien, el todo bien, el sumo bien,
Señor Dios vivo y verdadero.

Te adoramos,
Señor Jesucristo,
en este lugar franciscano de nuestro pueblo

en este convento donde has enamorado nuevamente nuestro corazón;

ten misericordia de nosotros y del mundo entero,
y te bendecimos,
pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Sumo y glorioso Dios,
ilumina las tinieblas
de nuestro corazón
y danos fe recta,
esperanza cierta
y caridad perfecta,
sentido y conocimiento,
Señor, para que podamos cumplir así
tu santo y veraz mandamiento. Amén.

***

Tercera visita: “Monasterio de la Inmaculada y San José” – Trinitarias de Clausura

Saludamos a la Virgen Morenita, imagen que también está de luto. Lo grita la piel de su rostro y de sus manos, lo mismo que las de su pequeño Hijito. Y subimos por la calle del mercado, ahora tan solitaria como el resto de callejas de la población. Cruzamos el mudo parque de la glorieta, aunque sabemos está en plena agitación primaveral. Y llegamos hasta el segundo convento de El Toboso, también citado en la jota local.

Hasta aquí llegó, en 1680, la venerable y mística y reformadora y madre Sor Ángela María de la Concepción para iniciar la reforma femenina de las monjas de la Orden de la Santísima Trinidad. Su lema, “solamente quise a Dios, pues Dios lo es todo”.

Un biógrafo suyo escribe: «yo no conocí ni vi a la venerable Madre mientras estuvo en la tierra, más ahora que vive en el cielo la conozco y la veo casi siempre en dos imágenes vivas que nos dejó tras de sí, sus Libros y sus Hijas, que a mi juicio son también testigos fieles de la gran virtud de ella».

Estas hijas son las actuales monjas Trinitarias de El Toboso, una discreta comunidad de religiosas que mantienen viva la llama de sor Ángela cuyos restos reposan al pie del altar de la iglesia barroca del Monasterio toboseño, “El pequeño Escorial de La Mancha” y que son visitados por numerosos fieles y devotos que a ella se confían.

Pero nosotros hemos entrado con la imaginación, no para devocionar a la que dicen que es la segunda Teresa de Jesús, sino para que, junto con las monjas Trinitarias de Clausura, podamos adorar y glorificar y hacer redención delante del Sagrario que nos han fotografiado.

¿Y qué hacemos en este momento? Escuchar: «nada quiero de ti, sino a ti», lo mismo que reconoció sor Ángela en su Salamanca natal. Y saber que «el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará» (Mt 10,38-39).

V./ Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

R./ Sea por siempre bendito y alabado.

Rezamos: Padre Nuestro. Ave María. Gloria.

Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,

La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.

Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
Nada te turbe.

A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
Nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
Todo se pasa.

Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.

Ámala cual merece
Bondad inmensa;
pero no hay amor fino
Sin la paciencia.

Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
Todo lo alcanza.

Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
Quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.

Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.

***

V./ Dios mío, mi defensa te encomiendo.

R./ Señor, a mi socorro acude presto.

Gloria sea dada al Padre, Gloria al eterno Hijo, Gloria al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

Acto de Contrición:

Dios, uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en quien creo, en quien espero, a quien amo con todo mi corazón, cuerpo y alma, sentidos y potencias, y por ser vos mi Padre, mi señor y mi Dios infinitamente bueno y digno de ser amado sobre todas las cosas, me pesa, Trinidad Misericordiosa, me pesa, Trinidad amabilísima, me pesa Trinidad Santísima, de haberos ofendido sólo por ser vos quien sois: propongo y os doy palabra de nunca más ofenderos, y de morir antes que pecar; espero en vuestra suma bondad y misericordia infinita que me habéis de perdonar todos mis pecados y me daréis gracia para perseverar en un verdadero amor y cordialísima devoción de vuestra siempre amabilísima Trinidad. Amén.

Repetimos 3 veces:

V./ Santo, Santo, Santo eres en verdad Señor Dios de los Ejércitos, Rey del Universo, llenos están los cielos y la tierra de la majestad de Tu Gloria. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo.

R./ Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Antífona: A Ti, Dios Padre ingénito; a Ti, Hijo unigénito; a Ti, Espíritu Santo paráclito, santa e indivisible Trinidad de todo corazón te confesamos, alabamos y bendecimos: a Ti sea Gloria por los siglos de los siglos.


V./ Adoremos al Dios de las alturas.

R./ Alabémosle en la tierra todas sus criaturas.

Oración:

Amabilísimo Señor, Dios Uno y Trino, dadnos continuamente vuestra gracia, vuestra caridad y la comunicación de Vos para que en tiempo y eternidad os amemos y glorifiquemos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, una deidad, por infinitos siglos de los siglos. Amén.

Ofrecimiento final:

Te ruego, Señor Eucaristía a punto de morir en la Cruz por mí, que mires a tu Iglesia, en especial a nuestro Santo Padre El Papa Francisco y todos los pastores que cuidan de ella, que la lleven a su perfección por la caridad; por la conversión de los pecadores; paz y concordia para todos los pueblos y naciones; por los perseguidos, afligidos, enfermos y agonizantes y por nuestros fieles difuntos; por el acierto en los gobiernos de las naciones, sobre todo en esta época de pandemia para que se rijan por la verdad y la vida; por las familias y la educación de sus hijos, niños y jóvenes; por las personas mayores y los que viven en soledad; por las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada y contemplativa; por nuestros amigos y enemigos; y por todas las necesidades espirituales y temporales de este pueblo de El Toboso. Amén.

V./ Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

R./ Sea por siempre bendito y alabado.

Rezamos: Padre Nuestro. Ave María. Y tres veces el Gloria. Fin.

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