Jornada de la Vida Consagrada 2013

Jornada de la Vida Consagrada 2013

«¿Cómo sé que estoy haciendo la voluntad de
Dios?»

Con motivo de la celebración de la Jornada Mundial de la
Vida Consagrada, día 2 de febrero, InfoParroquia EL Toboso entrevista a la
Hermana Blanca Lila, del convento de Clarisas. Y es que en El Toboso, desde el
año 1997, los dos conventos de clausura celebran esta jornada eclesial para dar
a conocer su modo carismático de vivir el seguimiento de Cristo e invitan a
todos los fieles a dar gracias a Dios por el don de la vida consagrada hoy.

EL TOBOSO / 29 ENE ■ InfoParroquia.- Accedimos al zaguán del Convento de la Concepción (El Toboso, 1548). La
campana del torno nos permitió hablar con la hermana portera del convento que
acudió veloz al tañido de nuestro repique o llamada. Nos saludamos con el
«Ave María Purísima», costumbre en los monacatos, y le indicamos que
habíamos quedado con una de las hermanas más jóvenes del convento, actualmente
hay tres jóvenes. Se retiró de la reja unos instantes, dejando la puertecilla
entreabierta desde la que solo se medio veía un almanaque de pared con las
letras «espigas y azucenas» Al rato vino la Hermana Blanca Lila, con
una fuerza impresionante en sus ojos, en su cara y en la sonrisa que traía a la
par que nos repitió «Ave María Purísima»
Sentados ya en el
locutorio, comenzamos nuestra conversación con esta religiosa paraguaya de 47
años. Antes nos había ofrecido un refresco y una dulcera espontánea, llena de
todos los encantos reposteros que las monjas obran a diario, sustento del
monasterio. Varios cuadros pintados por una monja ya fallecida decoran el
locutorio. A un lado la Hermana, y una imagen en piedra de San Francisco;
detrás de la reja InfoParroquia EL TOBOSO, colocados al rededor de una mesa de
forja que contiene varias revistas religiosas. Nos vigila una imagen de la
Inmaculada, patrona de la Orden. Y comenzamos a hablar.
InfoParroquia (IP).- Hermana, díganos quién es, su
familia, su lugar de origen…
Hermana Blanca Lila (HBL).-
[Se ríe …] Me llamo Blanca Lila Ruiz Díaz Ros, soy melliza y la segunda de
cinco hermanos. Nací en Asunción, Paraguay, un 21 de marzo de 1966. Mis padres
se llaman Pedro Ruiz Díaz Ortega y Norma Alcira Ros Malverti. Junto a ellos he
vivido siempre en un ambiente de iglesia, pues mi familia es cristiana y me
inculcaron la fe desde muy pequeña. Creía en Dios, sí, pero en un Dios lejano e
inalcanzable, no conocía al verdadero Dios, a Dios hecho hombre.
IP.- Sí, pero antes de que nos hable de Dios, de su
vocación y de todas esos detalles… ¿a qué se dedicó anteriormente?, ¿cuáles
eran sus aficiones, su trabajo…?
HBL.- Me gustan muchos los
deportes, he sido jugadora de hockey sobre césped desde los 13 años, he estado
en la selección de mi país y esta actividad ocupó casi toda mi juventud; si
bien fue favorable para mí ya que me preservó de caer en los vicios, mas, por
otro lado, me fue apartando de poder cumplir con mis deberes como cristiana ya
que me privaba de la posibilidad de asistir a misa los domingos porque me las
pasaba de viaje en viaje. También cursé estudios de Química en la Universidad
Nacional de Asunción (UNA), mas al final terminé especializándome en lo que a
mí me gustaba: “profesorado del Arte Culinario”, profesión que ejercí durante
15 años, de los cuales, los últimos 8 fueron en una renombrada confitería de
Asunción, en la que ejercí como gerente antes de venir al convento.
IP.- ¿Necesitaban las monjas toboseñas una gerente en
arte culinario? Ya sabemos de la fama de sus caprichos de Dulcinea, pelusas,
almendrados…
HBL.- [Se le abren los ojos como
platos, sorprendida de nuestra pregunta]
Bueno, esa podría ser una creativa explicación de por qué estoy acá, en El
Toboso, pero creo que no va a ser así. Aprovecho que están ustedes aquí para
compartir mi experiencia vocacional, una historia llena de amor, fidelidad y
paciencia de un “Dios Padre lleno de Misericordia” que me recreó en el seno de
la Madre Iglesia […]
IP.- Cuéntenos…
HBL.- Todo comenzó a raíz de una
invitación para iniciar unas catequesis en mi Parroquia de San Rafael con las
que inicié el Camino Neocatecumenal, a los 23 años. Desde aquel día, formé
parte de este carisma donde el Señor no solo me rescató del sinsentido en el
que vivía (a pesar de que “lo tenía todo”, excepto lo más importante, “a
Dios”), sino que pude experimentar el Amor más grande por primera vez al oír la
Buena Noticia. Me sentí totalmente amada. Él me amó primero. Me amó
gratuitamente y se entregó por mí.
IP.- Y es en aquel momento cuando… ¿encontró un novio?
HBL.- ¡Ya lo tenía! [se
sonroja…] Quiero decir que hasta ese momento de mi vida, lo tenía todo muy
claro: casarme, tener hijos, formar una hermosa familia como aquella en la que
yo crecí, pero ¿lo de ser religiosa? ¡De eso nada!. Todo marchaba según mis
planes. Les repito, ¡ya tenía el novio!, el vestido, el anillo, la fecha,
estaba a tres meses de realizar mi sueño, sin embargo Cristo tenía otros
proyectos para mí totalmente inesperados y no tardó en hacérmelo saber
valiéndose de un retiro espiritual en el cual surgieron dudas en mí y sobre el
paso que iba dar. Esto me animó a acercarme a un sacerdote pidiéndole que me
ayudase a responder una pregunta que me estaba haciendo: “¿cómo sé que estoy
haciendo la voluntad de Dios?”, a lo que él me rebatió con otra interrogación:
“¿y porqué razones tú te quieres casar?”.
IP.- O sea, que es el sacerdote quien le devuelve a usted
la intriga y después… ¿sucedió la boda?
HBL.- No, no, no… [sentencia
con el movimiento brusco de su cabeza] Terminada
esta experiencia de retiro espiritual, sucedieron tres meses en los que empecé
a tener más dudas tras aquella pregunta del sacerdote que me condujo a una
profunda tristeza y me invadía por completo; sin embargo, externamente yo
seguía adelante con los preparativos de la boda haciendo oídos sordos a lo que
el Señor me estaba incitando, “ser toda para Él”.
IP.- ¿Entonces…?
HBL.- Solo Él devolvió la paz a
mi corazón y me dio la fuerza y la luz necesaria para desistir de mis planes
[…] y abandonarme a su voluntad gracias a una Palabra que oí en una
Eucaristía. “Os digo, pues, hermanos: El
tiempo es corto. Por tanto, los que tienen mujer, vivan como si no la tuviesen.
Los que lloran, como si no llorasen. Los que están alegres, como si no lo
estuviesen. Los que compran, como si no poseyesen. Los que disfrutan del mundo,
como si no disfrutasen. Porque la apariencia de este mundo pasa” (1 Cor. 7, 29
– 31)
IP.- Es decir… y aunque suene destempladamente, debemos
pensar que un texto de la Sagrada Escritura sustituyó sus planes de boda,
suplantó al novio, le hizo cambiar de rumbo,… ¿y por qué?
HBL.- Lo que yo sé es que […] con este texto el Señor selló algo profundo en mí, me dio una respuesta que me
llenó de alegría, yo la guardé en secreto, confiada en que Él no tardaría en
revelarme más. Y empezó a obrar en mí, y lo hizo a raíz de una experiencia de
evangelización, en la que conocí a una religiosa que irradiaba vida, alegría y
amor, esto me produjo un cambio de mentalidad e hizo que por primera vez me
plantease la vida religiosa.
IP.- Además de la presencia y testimonio de esa
religiosa, ¿hubieron más personas, acontecimientos que le ayudasen a clarificar
sus dudas?
HBL.- Sí. Un tiempo después
asistí a mi primera Jornada Mundial de la Juventud y después a un encuentro
vocacional de Puerto San Giorgio en el año 1997; ambos acontecimientos me
hicieron sentir que estaba  recibiendo
“la llamada”.
IP.- ¿Y cuál fue el resultado de haber sentido «la
llamada»?
HBL.- Se me concedió vivir una
experiencia de 3 años en una comunidad de hermanas Carmelitas Contemplativas,
en mi país. En aquel entonces supuse que ya había llegado a mi lugar, el que
Dios me había preparado. Estaba muy feliz y segura pero Él, como buen Padre, me
enseñó que la  vocación no era mía ni la
iniciativa como yo lo creía. Tal fue mi sorpresa que tuve que salir, muy a
pesar mío, y abandonarme de nuevo al interrogante: “¿Señor, qué quieres de mí?,
¿porqué yo otra vez, Señor?”
IP.- Vaya, tiene que ser duro pensar que Dios no la
quería ahí y tener que marcharse. Pero… por lo que dice, notamos que de nuevo
apareció el interrogante inicial…
HBL.- Sí, si, pero [nos
interrumpe para añadir algo más], después de esta experiencia fue entonces
cuando se me presentó una segunda oportunidad, asistir a otra JMJ, esta
maravillosa iniciativa del querido Beato Juan Pablo II, esta vez en el año
2000. De nuevo fue Cristo quien se hizo presente en mi vida, vociferándome con
más fuerza: «¡Ven y sígueme, te quiero toda para mí!». Sorprendida y
un tanto confusa yo le contestaba desde lo más profundo de mi ser: “sí, pero…
¿dónde Señor?, ¿de qué forma?, ¿me llamas acaso a servirte como itinerante
misionera?. No lo comprendo, ¡háblame Señor!”. Y una vez más, silencio,
silencio, silencio…
IP.- ¿De verdad que no oía nada?
HBL.- Oír, lo que se dice oír,
nada de nada. Ahora, sentir, sí; ¡y mucho! Comenzó así un tiempo de espera y
discernimiento por obediencia a mi acompañante espiritual durante siete años
aproximadamente. En esta época ocupé todo mi tiempo y esfuerzos en trabajos y
mas trabajos, catequesis, experiencias de evangelización, la familia, etc. A la
par quise ir apagando “la llama” pues creía que era invención mía, hasta que me
cansé y me dije a mí misma, ¡basta!, ¡se acabó!, ya no quiero saber nada más.
Señor, no me molestes más!, mejor me olvido de todo […] Pero Él no me
abandonó, volvió a encender la llama de su Amor en mí porque, como dice la
Escritura, “el amor es fuerte como la muerte” (Cant. 8, 6). Y para ello se
valió de una amiga de mi país, perteneciente también a las comunidades, que se
estaba preparando para ingresar en un convento, el mismo en el que a día de hoy
estamos compartiendo juntas este don tan grande que Dios nos regaló: la
vocación contemplativa.
            Finalmente Cristo se compadeció de
mí, escuchó mi voz suplicante y empezó a abrirme de nuevo las puertas. En mi
comunidad asistí a un nuevo escrutinio, esta vez el definitivo y en el que como
a San Pedro, por tres veces se me hizo esta pregunta: “¿estás dispuesta a
entregar tu vida en un convento de hermanas contemplativas fuera de tu país?”
[…] Entonces, impulsada por una gran fuerza sobrenatural y con la ayuda del
Espíritu Santo, brotó desde lo más profundo de mi corazón la respuesta amorosa
a la llamada de Aquel que me llevaba conduciendo durante casi 20 años,
finalmente respondí gozosa: “¡sí, sí, sí!”. ¡Y aquí estoy!
IP.- En El Toboso, ¿verdad?
HBL.- Hace tres años y seis meses
que llegué, por gracia de Dios, a esta comunidad de Hermanas Pobres de Santa
Clara, en El Toboso, en la que me siento muy feliz, formándome cada día en
vivir este carisma de pobreza evangélica tal y como lo idearon Francisco y
Clara de Asís.
            Después del respectivo tiempo de
preparación de juniorado y noviciado, he accedido a la vida monacal por medio
de la Profesión de los Votos Temporales, el día 23 de septiembre del pasado año
2012, fecha muy significativa para mí por ser día del hallazgo del cuerpo de
Santa Clara y el día del Santo Padre Pío de Pietrelcina, a la par.
IP.- ¿Cómo fue y cómo la vivió esta ceremonia de votos
temporales?
HBL.- La ceremonia fue muy
hermosa, presidida por nuestro querido padre franciscano Fr. José Álvarez, quien estuvo acompañado por varios presbíteros
amigos de nuestra comunidad. También nos acompañó sor Luisa María Villegas, madre presidente federal, y otras hermanas
de comunidades cercanas a la nuestra de El Toboso. Todas acudieron muy gozosas
a compartir mi alegría, así como la feligresía del pueblo y nuestros hermanos
de la Tercera Orden Franciscana Seglar.
            Una de las tantas gracias y
bendiciones fue también poder contar con la presencia de mi hermana melliza,
Blanca Rosa, que me hizo sentir en la distancia, claro está, el calor de toda
mi familia incluyendo a mis diecisete sobrinos. Así también me vi sorprendida
con la presencia de dos amigas de Paraguay, Nilza y Nancy.
IP.- ¡Vaya, su historia nos ha conmovido! Y a ciencia
cierta puede que sea muy parecida al resto de hermanas que conviven con usted
en este convento. Pero nos llama la atención que de tan largo… haya venido a
parar hasta este convento de El Toboso…
HBL.- Bueno, ya saben que
«los caminos de Dios son inescrutables» [y se encoje de hombros] Me
vienen a la mente unas palabras de nuestro Padre Ministro General, Fr. José
Rodríguez Carballo [saca una chuletilla de entre su hábito y hace intentos de
leerla] En su reciente carta escrita con motivo de los 800 años de la Fundación
de nuestra Orden, dice que “el voto de vivir sin nada propio, nos hace
itinerantes, sin apropiarnos la casa, el trabajo, los resultados; nos lleva a
descubrir, con todas las consecuencias, la gratuidad de nuestro trabajo, a
vivir desde la lógica del don y del servicio”
IP.- Hermana, ¿algún mensaje que quiera decir a nuestros
lectores?
HBL.- ¡Claro, una oportunidad
como esta no hay que desperdiciarla! Pues… [piensa por un momento] al
recordar mi vida con ustedes y cercanos como estamos a la Jornada Mundial de la
Vida Consagrada, me gustaría decir a los seguidores del blog de noticias
InfoParroquia EL TOBOSO, y muy especialmente a los jóvenes que nos lean, que
para nada el Señor frustra nuestra felicidad, ni nuestra plenitud. ¡Lo da
todo!, más de lo que nos podemos imaginar. Recuerden aquella frase del
Evangelio: “Y todo aquel que haya dejado
casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre,
recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna”. (Mt 19, 29)
IP.- Muchas gracias, Hermana Blanca Lila.
HBL.- Gracias a ustedes por venir
hasta nuestra casa; desde este convento de hermanas en El Toboso les animo a
seguir la llamada de Cristo, cueste lo que cueste, porque ¡vale la pena!
Igualmente a hacerse la pregunta que yo me hice desde el principio: “Señor,
¿qué quieres de mí, ahora?” Definitivamente, Dios es fiel, infinitamente fiel.
Un petición, recen por mi perseverancia hasta el final.
FOTOS:
© InfoParroquia EL TOBOSO, 2013
001.- La Hermana Blanca Lila, comenzado
por la derecha, junto a otras dos religiosas jóvenes
002.- El día de su profesión temporal
de votos, en septiembre de 2012
003.- La Comunidad de HH. Clarisas de
El Toboso con el P. Provincial, Fr. Jesús María Sanz
004.- Hna. Blanca Lila con una de las
monjas del convento toboseño y su hermana melliza Blanca Rosa
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