Sor Carmen Ramírez «50 años de entrega a Dios y a los más pobres»

Sor Carmen Ramírez «50 años de entrega a Dios y a los más pobres»

Esta religiosa salió de El Toboso (Toledo) con tan solo 19 años. Ahora, tras cincuenta años vividos como religiosa Discípula de Jesús, ha vuelto para dar gracias al Dios de las misericordias en su patria natal y entre los suyos, para asegurar que «en estudiar, seguir a Jesucristo y darse por entero como Él está la clave de todo». Una sobrina suya, Nieves Martínez, nos cuenta cómo es sor Carmen, mujer silenciosa y buena.

EL TOBOSO / 21 NOV ■ InfoParroquia.- Muchas pueden ser las circunstancias y motivos que movieron a muchos jóvenes toboseños a dejar su casa y familia y consagrarse a Dios en aquellos años, pero es evidente que la tierra estaba abonada y trabajada y que algún buen sembrador habría por aquel entonces, pues muchos surgieron y una de las semillas que brotó fue una jovencita llamada Carmen Ramírez Martínez- Santos.

Una chica feliz, la última de siete hermanos, de una familia humilde y sin muchos lujos, pero en la que se sentía querida, con amigas que a día de hoy aún mantiene. No necesitaba huir de nada, pero sí buscaba y escuchó una llamada a la que respondió.

Comunicó a sus padres la intención de hacerse religiosa. De aquello, recuerda con un sabor un poco amargo, la preocupación de una familia ante la posible marcha de su hija,  unido a la duda de que pudiera ser únicamente el capricho de una adolescente, la falta de confianza en una chica con pocos estudios y la falta de dinero para aportar una dote.  Uno de esos inconvenientes se resolvió inmediatamente, el resto de dudas se disiparon rápido y ha quedado patente con los años que se alejaban bastante de la realidad.

Y así, a sus 19 años, se dispuso a salir de su pequeño pueblo rumbo a Valladolid, cuna de la congregación Discípulas de Jesús, familia de la que decidió formar parte.

Su noviciado supuso para ella un antes y un después. Cuando habla de ello, se le iluminan los ojos, pues para ella fue «una experiencia recomendable para toda chica joven, lo que yo experimenté en esos años lo desearía a cualquier persona»

Tras pasar por los diferentes tramos del camino de formación, preparación y discernimiento, por fin en 1967 se lleva a cabo la celebración tan esperada, la profesión solmene de los votos religiosos. En ese momento es acompañada por parte de su familia.

Un tiempo después, en una celebración de la Eucaristía se escribió su próximo futuro. Allí, como una inspiración divina, la superiora de la congregación le comunicó que su destino estaba un poco más lejos del lugar donde estaban en ese momento. Su destino sería Venezuela. Y ella, que tenía muy claros sus votos y su misión, aceptó tal reto y nuestra joven toboseña cruzó el charco para viajar hasta Venezuela.

Allá vivió en las diferentes comunidades que en ese país tiene la congregación, pero la mayor parte de los 47 años que ha estado en Venezuela fue en Petare, un barrio de Caracas, la capital. Sabíamos de su trabajo, de las gestiones, de sus recados, de su busca incansable de ayuda para el colegio, el dispensario médico, de la catequesis, pero poco supimos de las condiciones en que lo hacía, hasta que algunos de la familia fuimos allí, concretamente dos sobrinas que participamos de un voluntariado organizado por los Operarios Diocesanos. Y lo vimos con nuestros propios ojos. Y conocimos el barrio marginal, donde ni la policía se atrevía a pasar, refugio de muchos malandros (nombre con el que se denomina a los delincuentes en Venezuela), donde la vida apenas tiene valor, donde los más pobres se hacinan en casas a medio construir sin las mínimas condiciones de higiene y salubridad. Guardaban un tazón con los casquillos de bala que a veces llovían en el patio del colegio y de la casa donde vivían.

Qué pocas palabras de queja le oímos sobre sus condiciones de vida, sobre sus dificultades y penurias. Sí la hemos oído quejarse por activa y por pasiva sobre la situación de muchas personas, cada vez más y cada vez más pobres en un país bastante rico en recursos.

Bodas de oro

En este pasado verano de 2017 hemos tenido la gran dicha de celebrar junto a ella esos cincuenta años de su sí incondicional y resueltamente dado a Dios, al que sigue diciéndoselo con la misma convicción, afirmando a todos que volvería a dar los mismos pasos.

Primero lo celebró rodeada de sus hermanas religiosas Discípulas de Jesús en Valladolid, en una ceremonia oficiada por el Cardenal Arzobispo de la sede vallisoletana, don Ricardo Blázquez. Algunos miembros de la familia pudimos acompañarla ese día y verla sonreír durante toda la jornada jubilar de sus bodas de oro. También, conocer el que sería su nuevo destino a partir de ahora, la casa Central de la congregación donde reposan los restos del Beato Pedro Ruiz de los Paños, sacerdote operario diocesano y mártir.

Más tarde y ya en El Toboso, la fiesta tuvo lugar en la ermita de su Santísimo Cristo de la Humildad, virtud que la define muy bien. Tal y como es sor Carmen se celebró una sencilla pero entrañable ceremonia presidida por el sacerdote don Alfonso Ramírez, toboseño, quien dedicó las palabras de su homilía para hacer una invitación a la alegría y a la acción de gracias, pese a los momentos amargos que se estaban viviendo a nivel familiar. Significaba sobre todo de atraer el recuerdo de lo vivido durante estos cincuenta años de entrega sin límites y de renovar con más fuerza esa llamada vocacional a seguir siendo Discípula de Jesús, aunque ahora desde otra perspectiva, a que fuera consciente que aún le queda mucho por aportar. Una celebración en la que se vio rodeada por toda su familia, pues en ese momento y allí estuvieron muchos más de los presentes. En la Eucaristía, de una u otra manera, participaron todos y quiso ser un homenaje a esta mujer sencilla, valiente, generosa y de gran corazón, una mujer de Dios, nunca mejor dicho.

Seguidamente, la Hermandad “Virgen de los Dolores” de la Parroquia toboseña quería conocer de primera mano su experiencia, poder escuchar su testimonio. Para ello organizaron una charla coloquio con un programa sencillo del que participaron un grupo de mujeres en un entorno recogido como es la Iglesia Parroquial donde sor Carmen había recibido el Bautismo y Confirmación. Aunque ella está más acostumbrada a hablar de Dios que decir de sí misma, compartió su testimonio vocacional flanqueada por dos de sus compañeras de congregación, también toboseñas, las religiosas sor Teresa Hernández y sor María de los Ángeles Argumánez, quienes igualmente intervinieron en este acto tan parroquial y hogareño. Al finaliza este reconocimiento, el párroco de la localidad, Rdvo. D. Juan Miguel Romeralo Santiago, quiso agradecer a sor Carmen, en nombre de toda la Parroquia de El Toboso estos cincuenta años de especial consagración «como Discípula de Jesús cuya alma y nervio y ofrenda es estar informada por el espíritu sacerdotal de Jesucristo, aspirando con todas tus fuerzas a la glorificación de Dios, a ser salvadora con Cristo y a ser víctima en constante ofrenda con Él, como era el deseo de don Pedro, sacerdote operario que en Toledo halló la palma y gloria del martirio después de haber dejado sembrada la obra vocacional e instituto religioso del que tú, sor Carmen, has querido ser parte y seguirás siendo fiel»

Después de esos 47 años en Venezuela, toda una vida, quienes fueron a esperarla al aeropuerto la vieron aparecer con una pequeña maleta en mano, como de fin de semana. Ahí venía ordenada toda su vida, todas sus posesiones, más no así la anchura, largura y profundidad de su corazón bueno repletísimo de tantos detalles que a los pocos días de estar en nuestra tierra segura estoy de que ya ha empezado a repartirlos. Toda una lección de vida, ¡qué poco es preciso realmente para darse a Dios y amar perdidamente como Dios a los hermanos!

La hermana sor Carmen Ramírez Martínez Santos, no es una mujer de muchas palabras, pero sí de gritos silenciosos con sus actos; no una mujer de grandes hazañas pues la suya ha sido un único quehacer, una vida dedicada a los demás por Dios y para Dios siendo sin más una verdadera Discípulas de Jesús que, según su Fundador, significa una particular imitación de Jesucristo: «Han de mirarlo como Maestro y como discípulas han de vivir de sus criterios, de su amor y de su ministerio».

TEXTO:

© Nieves Martínez Ramírez, 2017

FOTOS:

© Navatobo, 2017

001-002.- Momentos de la celebración en la Casa Central de las Discípulas de Jesús en Valladolid

003.- Con el Sr. Cardenal Arzobispo de Valladolid, D. Ricardo Blázquez.

004 y 007.- Sor Carmen en la celebración de las bodas de oro en El Toboso junto a sus hermanos y sobrinos

© InfoParroquia EL TOBOSO, 2017

005 y 006.- Charla testimonio organizado por la Hermandad «Virgen de los Dolores» en la Parroquia toboseña

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