Santa Cecilia 2011

Santa Cecilia 2011

La Parroquia de El Toboso
conmemorará la festividad de Santa Cecilia, patrona de la música
La Asociación Musical de El Toboso
que lleva el nombre de la patrona de la Música, coordina todos los actos
festivos para los días 18 y 19 de Noviembre.
EL TOBOSO 13/NOV ■
InfoParroquia.
La
Parroquia San Antonio Abad de la localidad toledana de El Toboso celebrará el
próximo 19 de noviembre la festividad de la que es patrona de la música, Santa
Cecilia. Los actos religiosos que se celebrarán en la apellidada «Catedral de
La Mancha» comenzarán la tarde del sábado a las 19:00 horas con la celebración
de una Misa Solemne a la que están invitados todos los músicos de la localidad
y la feligresía toboseña. Seguidamente será la procesión con la venerada imagen
de la patrona de los músicos por las calles que unen la Iglesia Parroquial con
la ermita del Santo Cristo, patrón de El Toboso, en cuya iglesia Santa Cecilia permanece
al culto todo el año. Así lo ha hecho público hoy el párroco de la localidad,
Rvdo. D. Juan Miguel Romeralo Santiago.
La Parroquia y localidad de El Toboso cuenta con una larga
tradición musical injertada entre sus habitantes. A lo largo de estos últimos
años, varias asociaciones y colectivos desarrollan el valor de la música, en su
estudio e interpretación, por medio de la Asociación Musical Santa Cecilia,
Coral Morales de Nieva, grupo de música folk Alcaravea, y un apreciado número
de otras iniciativas grupales como dúos musicales, orquestas, etc. 

Con respecto
a la Parroquia, ésta siempre ha contando con la presencia de fieles que han aportado sus voces y habilidades musicales para colaborar en las celebraciones
religiosas. Es el caso, en concreto, del actual Coro Parroquial San Antonio
Abad, coordinados por Mercedes Cano Muñoz
y María Piedad Martinez Fuentes cuya
presencia junto a la de más miembros, suman
ya unos cuantos años de trayectoria. Con su actividad fija, ya sean
todos los domingos del año, festivos y celebraciones religiosas locales, están presentes mediante sus
canciones en la animación musical de la liturgia de la Parroquia, fiestas patronales y de hermandades, en los conventos toboseños, etc. Siguiendo en el plano religioso, destacar también la actualidad del grupo musical religioso Sueños de Justicia, cuyos miembros son todos pertenecientes a una misma familia toboseña y de quienes InfoParroquia EL TOBOSO informó recientemente la publicación de su último trabajo discográfico a primeros del mes de noviembre de este año.

Patrona de la Música
El culto de santa Cecilia, virgen
y mártir de la Iglesia primitiva y bajo cuyo nombre fue construida en Roma una
basílica en el siglo V, se difundió ampliamente a causa del relato de su
martirio, en el que es ensalzada como ejemplo perfectísimo de la mujer
cristiana, que abrazó la virginidad y sufrió el martirio por amor a Cristo. Santa Cecilia es muy conocida en la
actualidad por ser la patrona de los músicos. Las «actas de su proceso de
canonización» cuentan que, al día de su matrimonio, en tanto que los
músicos tocaban, Cecilia cantaba a Dios en su corazón. Al fin de la Edad Media,
empezó a representarse a la santa tocando el órgano y cantando, por lo que se
le atribuyó ser nombrada patrona de los músicos.
Perfil Biográfico
Durante
más de mil años, Santa Cecilia ha sido una de las mártires de la primitiva
Iglesia más veneradas por los cristianos. Su nombre figura en el canon de la
misa. Las «actas» de la santa afirman que pertenecía a una familia
patricia de Roma y que fue educada en el, cristianismo. Solía llevar un vestido
de tela muy áspera bajo la túnica propia de su dignidad, ayunaba varios días
por semana y había consagrado a Dios su virginidad. Pero su padre, que veía las
cosas de un modo diferente, la casó con un joven patricio llamado Valeriano. El
día de la celebración del matrimonio, en tanto que los músicos tocaban y los
invitados se divertían, Cecilia se sentó en un rincón a cantar a Dios en su
corazón y a pedirle que la ayudase. Cuando los jóvenes esposos se retiraron a
sus habitaciones, Cecilia, armada de todo su valor, dijo dulcemente a su
esposo: «Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del
Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se
enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio si me respetas, el ángel
te amará como me ama a mí.» Valeriano replicó: «Muéstramelo. Si es
realmente un ángel de Dios, haré lo que me pides.» Cecilia le dijo:
«Si crees en el Dios vivo y verdadero y recibes el agua del bautismo verás
al ángel.» Valeriano accedió y fue a buscar al obispo Urbano, quien se
hallaba entre los pobres, cerca de la tercera mojonera de la Vía Apia. Urbano
le acogió con gran gozo. Entonces se acercó un anciano que llevaba un documento
en el que estaban escritas las siguientes palabras: «Un solo Señor, un
solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todo y en
nuestros corazones.» Urbano preguntó a Valeriano: «¿Crees esto?»
Valeriano respondió que sí y Urbano le confirió el bautismo. Cuando Valeriano
regresó a donde estaba Cecilia, vio a un ángel de pie junto a ella. El ángel
colocó sobre la cabeza de ambos una guirnalda de rosas y lirios. Poco después
llegó Tiburcio, el hermano de Valeriano y los jóvenes esposos le ofrecieron una
corona inmortal si renunciaba a los falsos dioses. Tiburcio se mostró incrédulo
al principio y preguntó: » ¿Quién ha vuelto de más allá de la tumba a
hablarnos de esa otra vida?» Cecilia le habló largamente de Jesús.
Tiburcio recibió el bautismo, y al punto vio muchas maravillas.
Desde
entonces, los dos hermanos se consagraron a la práctica de las buenas obras.
Ambos fueron arrestados por haber sepultado los cuerpos de los mártires.
Almaquio, el prefecto ante el cual comparecieron, empezó a interrogarlos. Las
respuestas de Tiburcio le parecieron, desvaríos de loco. Entonces, volviéndose
hacia Valeriano, le dijo que esperaba que le respondería en forma más sensata.
Valeriano replicó que tanto él como su hermano estaban bajo cuidado del mismo
médico, Jesucristo, el Hijo de Dios, quien les dictaba sus respuesta. En
seguida comparó, con cierto detenimiento, los gozos del cielo con los de la
tierra; pero Almaquio le ordenó que cesase de disparatar y dijese a la corte si
estaba dispuesto a sacrificar a los dioses para obtener la libertad. Tiburcio y
Valeriano replicaron juntos: «No, no sacrificaremos a los dioses sino al
único Dios, al que diariamente ofrecemos sacrificio.» El prefecto les
preguntó si su Dios se llamaba Júpiter. Valeriano respondió: «Ciertamente
no. Júpiter era un libertino infame, un criminal y un asesino, según lo
confiesan vuestros propios escritores.»
Valeriano
se regocijó al ver que el prefecto los mandaba azotar y hablaron en voz alta a
los cristianos presentes: «¡Cristianos romanos, no permitáis que mis
sufrimientos os aparten de la verdad! ¡Permaneced fieles al Dios único, y
pisotead los ídolos de madera y de piedra que Almaquio adora!» A pesar de
aquella perorata, el prefecto tenía aún la intención de concederles un respiro
para que reflexionasen; pero uno de sus consejeros le dijo que emplearían el
tiempo en distribuir sus posesiones entre los pobres, con lo cual impedirían
que el Estado las confiscase. Así pues, fueron condenados a muerte. La
ejecución se llevó a cabo en un sitio llamado Pagus Triopius, a seis kilómetros
de Roma. Con ellos murió un cortesano llamado Máximo, el cual, viendo la
fortaleza de los mártires, se declaró cristiano.
Cecilia
sepultó los tres cadáveres. Después fue llamada para que abjurase de la fe. En
vez de abjurar, convirtió a los que la inducían a ofrecer sacrificios. El Papa
Urbano fue a visitarla en su casa y bautizó ahí a 400 personas, entre las
cuales se contaba a Gordiano, un patricio, quien estableció en casa de Cecilia
una iglesia que Urbano consagró más tarde a la santa. Durante el juicio, el
prefecto Almaquio discutió detenidamente con Cecilia. La actitud de la santa le
enfureció, pues ésta se reía de él en su cara y le atrapó con sus propios
argumentos. Finalmente, Almaquio la condenó a morir sofocada en el baño de su
casa. Pero, por más que los guardias pusieron en el horno una cantidad mayor de
leña, Cecilia pasó en el baño un día y una noche sin recibir daño alguno.
Entonces, el prefecto envió a un soldado a decapitarla. El verdugo descargó
tres veces la espada sobre su cuello y la dejó tirada en el suelo. Cecilia pasó
tres días entre la vida y la muerte. En ese tiempo los cristianos acudieron a
visitarla en gran número. La santa legó su casa a Urbano y le confió el cuidado
de sus servidores. Fue sepultada junto a la cripta pontificia, en la catacumba
de San Calixto (tomado de: Vida de los Santos de Butler, Vol IV).
FOTO:
©
Pepeltoboso, 2010
001.-
Procesión de Santa Cecilia portada por músicos toboseños en la festividad del
año pasado.
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