Saluda del Párroco de El Toboso al inicio de las fiestas del “Dulce Nombre de Jesús”

Saluda del Párroco de El Toboso al inicio de las fiestas del “Dulce Nombre de Jesús”

Rvdo. D. Juan Miguel Romeralo Santiago exhorta a los fieles y devotos toboseños «que nosotros, cristianos practicantes, nos negáramos a arrodillarnos ante el Señor Sacramentado […] y no tuviéramos ninguna dificultad en “arrodillarnos” ante personas e ideologías»

EL TOBOSO / 08 AGO ■ InfoParroquia.- En distintas y variadas ocasiones durante el calendario festero de El Toboso, el párroco de esta localidad toledana suele dirigir varios mensajes de saludo con motivo de las cuantiosas fiestas religiosas que se celebran anualmente en la Patria de Dulcinea. Además de los párrafos de saludo y cortesía, D. Juan Miguel Romeralo Santiago, ofrece intencionadamente unas sencillas catequesis escritas con algunas ideas de alto contenido teológico, espiritual y pastoral sumamente aprovechables para vivir con mayor sentido y práctica cristiana las distintas devociones que se suceden en este pueblo manchego.

Así, con motivo de las fiestas del Dulce Nombre de Jesús que se celebrarán este fin de semana en El Toboso, Romeralo Santiago ha vuelto a dirigir uno de estos mensajes de saluda en el Programa de Fiestas que la Hermandad del Jesús Nazareno ha confeccionado para estos días del mes de agosto. InfoParroquia EL TOBOSO les ofrece ahora el contenido íntegro de este escrito:

‘»Al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda  lengua  proclame para gloria  de  Dios Padre: «Jesucristo es el Señor»»(Flp. 2,10)

 

En  la  breve  carta  que  el apóstol  Pablo  ―ésta  la envía junto al obispo Timoteo― hace llegar a los cristianos de Filipos inserta lo que parece ser un himno cistológico (Flp. 2, 6-11) que los creyentes de aquella comunidad ya conocían y cantaban en sus celebraciones litúrgicas y, es fácil suponer que, también en sus oraciones privadas. En él les hace caer en la cuenta de la importancia de lo que ellos mismos  ya dicen: «Al nombre de Jesús toda rodilla se doble…».

Ponerse de rodillas ante el Señor, el nombre representa-hace presente a la persona, no es otra cosa que expresar sin palabras el reconocimiento de los propios límites y la profunda necesidad que tenemos de Dios. Es una manera de decir con el cuerpo, pues en la oración se dirige a Dios la persona entera y no sólo el alma, que somos conscientes tanto de lo que somos nosotros como de quién es Dios. La enorme distancia entre uno y Otro y la absoluta necesidad que sigue habiendo a pesar de ser hijos suyos por el bautismo.

Uno se arrodilla ante quien reconoce que es mayor que él y así muestra ese respetuoso reconocimiento. No tiene por qué ser un gesto humillante que me haga pequeño. Si ante quien uno se arrodilla es realmente grande ese gesto más que achicarle le engrandece. Curiosamente el mismo Jesús que se niega a arrodillarse ante el diablo en medio de las tentaciones en el desierto, «todo esto te daré si te postras y me adoras», lo vemos arrodillado ante los apóstoles lavándoles los pies y ante tantos enfermos o pecadores (se arrodilla para ponerse a su altura y ayudar a levantarlos; no para justificar esa bajeza); una madre se arrodilla para levantar a su hijo pequeño que se ha lastimado al caer al suelo; un creyente se arrodilla para curar y socorrer al necesitado de tantas cosas…

Como en otras ocasiones será bueno revisar, en estos días en los que la imagen de Jesús Nazareno va a estar en lugar preeminente, no sólo ante quién nos «arrodillamos» cada uno de nosotros sino especialmente ante quién nos resistimos a doblar nuestras rodillas bajo cualquier justificación. Sería altamente llamativo que nosotros, cristianos practicantes, nos negáramos a arrodillarnos ante el Señor Sacramentado, durante la consagración y comunión o al pasar delante del Sagrario, y no tuviéramos ninguna dificultad en «arrodillarnos» ante otras personas o ideologías.

Rvdo. Sr. D. Juan Miguel Romera lo Santiago

Cura Párroco

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